El gran momento
En últimas, señores, estamos al frente del gran momento, el gran momento de los individuos que vean más allá de las próximas elecciones y más bien miren a las próximas generaciones.
03:32 p. m.
Después de tres años de escándalos de corrupción, cifras angustiantes de ineficiencia, episodios injustificados de ausencias presidenciales, el sistema de salud destruido, el ICETEX en coma, Ecopetrol sumido entre investigaciones de los entes de control y una sensible reducción en sus utilidades y andanadas desesperantes de mensajes en X llenos de amenazas, insultos y verdades a medias, sin mencionar otra infinidad de terribles consecuencias del gobierno del "cambio".
Tres años en los que no hemos visto la primera imagen del mandatario entregando una carretera, un hospital, un colegio, nada. Eso sí, más bien, horas y horas gastadas en carreta vacía, intrascendente, llena de obviedades, proponiendo trenes fantasiosos, verbenas populares en medio de una guerra despiadada y armamento para el ejército apoyado en "matemática cuántica".
Entre amenazas de una revolución basada en muy pocos logros y políticos de pacotilla, con varios de sus exfuncionarios más cercanos en la mira de la justicia, el país llegó a donde muchos temíamos iba a llegar desde que Petro ganó las elecciones: el lamentable momento de tener en riesgo la institucionalidad y de plano la democracia. La coyuntura está sobrediagnosticada.
De muchas maneras, partidos políticos, gremios de la producción, academia, juristas, analistas, ciudadanos del común y la prensa han cerrado filas para rechazar la intención de convocar la Consulta Popular por decreto, a pesar de que el Senado la hundió.
Ya todo se dijo para demostrar el esperpento que esto significa y el riesgo en el que pone al país.
Con razón, el doctor Humberto de la Calle asegura que ni siquiera amerita un análisis jurídico, porque es de tal tamaño el despropósito que pretende el gobierno, que no vale la pena desgastarse en encontrarle justificación, simplemente no puede ser, porque viola la Constitución y punto. La carta que nos guía y que en su momento significó el mayor logro que hayamos tenido como sociedad, está amenazada de manoseo y atropello. Escudados en la ligereza de un discurso oportunista y bastante "pandito", que no logra esconder las verdaderas intenciones electoreras, Petro y sus fanáticos quieren destruir lo único que no podemos dejar destruir, la independencia de poderes, es decir la última línea de defensa para contener a los aspirantes a dictador que asoman de vez en cuando por estas tierras.
Dicho esto, lo que plantea esta afrenta del gobierno a la legitimidad de nuestras instituciones, es la necesidad de una reacción sensata, responsable, pero sobre todo decidida del amplio sector de la sociedad que evidentemente no está de acuerdo con la gestión del gobierno y menos con su irresponsable idea de pasarse por la faja la estructura del Estado.
Ni siquiera en los peores tiempos de la guerra del narcotráfico o de la temible ofensiva de las Farc de finales de los 90, el país estuvo tan amenazado, porque esta vez la incertidumbre viene desde el centro del poder.
Por eso nunca antes fue más imperativo que quienes tienen sobre sus hombros nivel de responsabilidad en el liderazgo, dejen de lado la mezquindad y acojan la grandeza, suelten la pequeñez de la politiquería y asuman con decisión la defensa de nuestra democracia. Eso, señores, significa ser capaces de renunciar a sus pretenciones individuales y darle paso al interés general, el futuro del país está por encima del rencor vitalicio, de la diferencia irreconciliable, del odio electorero.
El futuro del país requiere de hombres con mucha templanza, capaces de estrechar la mano de contradictor, de volver a creerle a quien le habían perdido la fe.
Por encima de cálculos políticos y cacicazgos caducos, está la necesidad de un futuro nítido para todos, es apenas justo, nos lo debemos como país y ustedes, nos lo deben como clase dirigente.
En últimas, señores, estamos al frente del gran momento, el gran momento de los individuos que vean más allá de las próximas elecciones y más bien miren a las próximas generaciones.
Mientras el presidente agita las masas y organiza los detalles de su doble viaje a Europa en apenas una semana, por fortuna se siguen cerrando filas en defensa de la democracia. El Procurador Eljach confirma que la consulta fue negada formalmente y descarta cualquier discusión jurídica al respecto, la Comisión de Disciplina Judicial insiste en el deber de las autoridades de respetar la autonomía de las ramas del poder, pero me quedo con una frase contundente, la dijo el presidente de la Corte Constitucional Jorge Enrique Ibáñez, y resume la esencia de nuestra arquitectura institucional: "que cada órgano del Estado actúe dentro del ámbito de sus competencias, evitando que las pasiones y los intereses particulares prevalezcan sobre el Estado de derecho", gracias magistrado por recordárnoslo.